Los lectores expresan sus esperanzas y temores ante los recientes avances en los chatbots de inteligencia artificial.
El artículo de Evgeny Morozov es correcto en la medida en que afirma que la IA está muy lejos de la inteligencia sintiente general de los seres humanos (¿El problema de la inteligencia artificial? No es ni artificial ni inteligente, 30 de marzo). Sin embargo, esta afirmación no tiene nada que ver con la idea que subyace en la carta abierta que yo y muchos otros firmamos. ChatGPT es sólo el segundo chatbot de IA que supera la prueba de Turing, propuesta por el matemático Alan Turing en 1950 para comprobar la capacidad de un modelo de IA de imitar de forma convincente una conversación lo suficientemente bien como para que el otro participante lo considere humano. En ese sentido, los chatbots actuales representan un hito importante.
El problema, como señala Evgeny, es que las capacidades de un chatbot se basan en un modelo de predicción probabilístico y en vastos conjuntos de datos de entrenamiento alimentados al modelo por humanos. Hasta ese punto, el resultado del modelo puede ser guiado por sus creadores humanos para satisfacer cualquier fin que deseen, con el peligro de que su omnipresencia (a través de motores de búsqueda) y sus habilidades similares a las humanas tengan el poder de crear una realidad convincente y confianza donde no existe y no debería existir. Como ocurre con otras tecnologías importantes que han influido en la civilización humana, su desarrollo y despliegue a menudo avanzan a un ritmo mucho más rápido que nuestra capacidad para comprender todos sus efectos, lo que a veces provoca consecuencias indeseables e imprevistas.
Debemos explorar estas consecuencias antes de sumergirnos en ellas con los ojos cerrados. El problema de la IA no es que no sea artificial ni inteligente, sino que, en cualquier caso, podemos confiar ciegamente en ella.
Alan Lewis
Director, SigmaTech Analysis
El argumento de que la IA nunca alcanzará la verdadera inteligencia debido a su incapacidad para poseer un sentido genuino de la historia, la herida o la nostalgia y a su confinamiento en una lógica formal singular pasa por alto las capacidades en constante evolución de la IA. Integrar un gran modelo lingüístico en un robot sería trivial y simularía las experiencias humanas. ¿Qué nos separaría entonces? Recomiendo a Evgeny Morozov que vea Blade Runner, de Ridley Scott, para que recuerde que la línea que separa al hombre de la máquina puede ser cada vez más indistinta.
Daragh Thomas
Ciudad de México, México
Los escépticos de la inteligencia artificial siguen un patrón. Primero, argumentan que algo nunca podrá hacerse porque es imposiblemente difícil y esencialmente humano. Luego, una vez que se ha hecho, argumentan que no es muy impresionante o útil después de todo, y no es realmente lo que significa ser humano. Luego, cuando se convierte en algo omnipresente y su utilidad es evidente, argumentan que nunca se podrá hacer otra cosa. Como con el ajedrez, también con la traducción. Como con la traducción, también con los chatbots. Espero con interés el próximo desarrollo imposible.
Edward Hibbert
Chipping, Lancashire
Los principales defectos de la IA radican en las diferencias con los humanos. La IA no tiene moral, ética ni conciencia. Además, no tiene instinto, y mucho menos sentido común. Sus peligros de ser objeto de un mal uso son demasiado fáciles de ver.
Michael Clark
San Francisco, EE.UU.
Gracias, Evgeny Morozov, por su perspicaz análisis de por qué deberíamos dejar de utilizar el término inteligencia artificial. Yo digo que mejor nos apropiemos de la informática.
Annick Driessen
Utrecht, Países Bajos
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